En los últimos días hemos oído mucho hablar del síndrome de la cabaña, referido al comportamiento de aquellas personas que no quieren salir de casa ahora que se ha comenzado con la desescalada. Pero ¿Qué debemos saber de este síndrome?

Lo primero es que, no se trata de una patología, si no de una forma de llamar al fenómeno que se experimenta después de un periodo largo encerrados sin salir a la calle, que se caracteriza principalmente por el miedo debido a la pérdida de protección al abandonar un lugar cerrado, ya que al quedarnos en casa nos sentimos protegidos.

Se trata de un comportamiento que está muy relacionado con la ansiedad. Debido por un lado a la incertidumbre que nos proporciona la nueva situación a la que nos tenemos que enfrentar y a la nueva forma de relacionarnos con el ambiente y los demás que vamos a tener que adoptar (protocolos de “no contacto”). Otro de los factores que influyen en esta ansiedad es la sobreexposición a noticias, que en muchos casos lejos de ayudarnos a comprender más la situación, nos generan más dudas sobre lo que realmente está pasando. Y por último, se ve influido por el peligro real de nuevos contagios, que incrementa la idea de que en casa tenemos todo lo que necesitamos, por lo que no pasa nada por alargar el confinamiento.

Algunos de los comportamientos que encontramos en las personas que tienen este miedo son:

  • Letargia: Se sienten muy cansados y sin nada de hacer ninguna actividad.
  • Problemas cognitivos; entre los que encontramos falta de atención y fallos de memoria.
  • Sentimiento intenso de emociones como irritabilidad, tristeza…
  • Miedo a salir a la calle y que se produzca un contagio.

¿Qué podemos hacer para ayudar a esta persona a superar la situación?

  • Normalizar las emociones. Dar nombre a las emociones y comprender que son normales en la situación que estamos viviendo, nos ayudará a poder gestionarlas mejor.
  • Dar tiempo a la persona y comenzar escalando las salidas, tenemos que adaptarnos a los ritmos de la persona e ir poco a poco enfrentándonos a aquello que le da miedo (siempre con las medidas de seguridad)
  • Generar nuevas rutinas que incluyan las salidas, con objetivos nuevos adaptados al momento en el que se encuentra la persona y sin que sea traumático el nuevo paso.
  • Trabajar el pensamiento de peligro de contagio. Es cierto que es posible que se produzca, pero si seguimos las medidas de prevención es poco probable.
  • Y por supuesto, si nos vemos superados y que este miedo y ansiedad no desaparecen, pedir ayuda a un profesional.

Desde Psicomentis, os queremos hacer llegar a todos nuestro apoyo en estos momentos complicados y recordaros que las emociones que vivimos son normales ante una situación anormal para la que no estábamos preparados.
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